Pronto cambiaré mi coche, pero me entristece que para escoger el futuro mi decisión se base en miedos: miedo a que me asalten, miedo a que no tenga suficiente carrocería como para aventársela al secuestrados, miedo a que no sea alta como para que me respete el pecero, miedo a que no aguante los baches, topes y hoyos de la ciudad y miedo a aparentar algo que no soy ni tengo. Y es que llevo toda la semana meditando y no doy con nada, una es mucho de uno y poco de otro, otra no tiene nada de nada y así llego al día de mi decisión y no sé. Me debería de quedar con mi coche y punto.
Pero la tristeza a lo que me lleva esto es a la ciudad en la que vivimos. Por qué?
Y es que me pongo a pensar que en los altos no me acerco mucho al coche de enfrente para que no me vayan a “atrapar” en caso de un asalto, que pongo mi bolsa atrás para que no me vayan a dar un cristalazo, que no me gusta manejar en la noche para que no me pase algo y que no uso joyas caras (además de que no tengo) para que no me las arranquen, que cuando camino en la calle volteo constantemente a ver si nadie me viene siguiendo, que no viviría en casa sola para que no me llegaran a espantar a media noche encapuchados, que no voy a cajeros que no estén dentro de supermercados, que en la gasolinería dejo el coche prendido, que confundí al del valet con un ratero y que no doy mi teléfono ni de casualidad a extraños.
Y podría la lista seguir.
Qué vamos a hacer los que si queremos esta ciudad pero no queremos vivirla así? Nos vamos? Nos quedamos? Tenemos hijos aquí para que crezcan muertos de miedo?