Si hubiera un contador que cuantificara la cantidad de veces que esta frase se utiliza en el transcurso de la mañana, nos faltarían casillas para contabilizarlas…
Hoy llegue “medio” temprano a mi oficina, razón por la cual ya casi todos los “empleados” (menos yo) se encontraban en sus cubículos. Saludé a cada uno de ellos y todos, sin excepción dijeron esas dos palabras juntas: “Cómo estás?”
Algunas veces venía acompañado de; “bien, y tú, cómo estás?” (lo cual respondía a mi pregunta con las mismas dos palabras), otras veces era sólo “cómo estás?” y la última persona dijo: “cómo estás de pie con esos tacones?”, pero al final, el “cómo” y el “estás”, estaban presentes.
Lo triste es que dudo mucho que a los que preguntamos nos interese realmente cómo están todos a los que les preguntamos; o a poco estámos preparados para recibir tremenda respuesta de milminutos??? Porque contestar cómo se encuentra uno, es tema palargo! -tienen tiempo???-
Mucho nos espantaríamos si al hacer la pregunta la contraparte garraspea un poco para limpiarse la garganta y se arranca… “Pues no muy bien, fíjate que ayer fui a mi grupo de AA y escuche varias historias desgarradoras. Hubo una en especial, la de una señora de 40, que fue la que más me impactó. Ella está divorciada y vive aún con su esposo. Está enferma de sus emociones, su marido es alcohólico y sus hijos adolescentes asisten a Al-Anon; un grupo tipo AA pero para los hijos adultos de padres alcohólicos. Al salir del grupo no tenía ganas de irme sólo a cenar, porque eso me hace sentir más sólo………………………………” Y así nos seguiría contando por varios minutos, y en el mejor de los casos (mejor porque eso diría que está en confianza y se está desahogando) horas.
Una respuesta que pocos tendrían contemplada dentro de su acortado y justo tiempo matutino. Pero entonces “paque preguntan”.
Yo propongo que preguntemos si realmente lo sentimos y nos interesa cómo está la otra persona (y sólo si estamos dispuestos a realmente escuchár cómo está). Si no, abstengámonos de esa muletilla al saludar a alguien, uno nunca sabe si por preguntar, dejamos al otro con las ganas de desahogarse. Mejor quédese en el “buen día”. “hola” o simplemente sonria, ya ve que es sumamente contagioso!
ORACIÓN DE LA SERENIDAD: “Dios concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar aquellas que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia” T. Morton
(para ti, que sabes que siempre estaré cerquita).