Hoy mi terapeuta me dijo: Tal vez la enseñanza para ti es que reaccionas demasiado rápido y no dejas que las cosas caigan por su propio peso.

Upps! Pues si, siempre estoy en constante prisa o búsqueda de lo que pueda suceder; y si me impaciento lo intento hacer yo mismo y ahí es donde pierdo; porque me encuentro o con una pared o con una negativa o con alguien que me dice que me frene o simplemente me deprimo por no cumplir mis expectativas.

Y es que en este aprendizaje de ir más lento me he dado cuenta de que cuando dejo actuar al otro se vuelve más probable que las cosas sucedan. Digamos que el aprendizaje es la paciencia. Es tener la capacidad de no meterme a mi mail 60 veces por minuto hasta que llega el punto en el que le pido al tercero que me escriba, es tener la capacidad de esperar a que el otro me invite a salir y no siempre ser yo la que propone, es poder esperar a ver qué pasa el día de mi cumpleaños en vez de querer huirle constantemente debido a la incertidumbre, es estar embarazada y que no me impaciente el saber si es hombre o mujer y estar feliz por el simple hecho de estarlo, es saber esperar a que lo bueno llegue o aprender de los malos ratos sin apurarlos a que terminen, es darle tiempo al tiempo aceptando que no puedo tener el control de todo.

Mi hermano es así. No se impacienta, espera, puede ver el panorama desde lejos (en todo menos en el amor jaja pero por lo menos ya me lleva un largo avance). No me pudo haber tocado un mejor hermano, lo adoro con todo mi corazón y hoy estoy feliz por él porque esperó durante muchos meses a que le dieran la buena noticia que hoy recibió. Me da gustó (mucho) cuando buenas cosas le pasan a las buenas personas, me siento feliz cuando excelentes noticias le dan a la gente que me hace vivir. Se lo merece; y más porque supo esperar; porque no fue impaciente, porque no atarantó al otro y porque dejó que pasara cuando tenía que pasar… aún hay mucho que aprender porque esto de crecer nunca acaba!