Y de pronto se apareció Jaime en mi coche. Sí Jaimito… se acuerdan de mi profesor de Radio en la Universidad? Pues el mismo que viste y calza. Iba de camino al gimnasio y le bastaron 4 palabras para que supiera que era él. Estaba platicando con Fernanda Familiar. Así es, estaba en el radio y le preguntaban básicamente la razón de su desaparición del medio radiofónico.
Me regaló por más de media hora un cachito de cielo de aquellos que vivía en la universidad. Me acuerdo de mi primera clase con él, era en el estudio de radio y todos creíamos que nos pondríamos un par de audífonos y comenzaríamos a grabar. Estábamos en un total error. Nunca nos los pusimos ni estuvimos cerca de hacerlo. En cambio desde el primer momento en que llegamos comenzó una cátedra sobre significados y resignificados. Wow! Me sentía en el paraíso, era la oruga de Alicia en El País de las Maravillas platicándome sobre todo aquello que yo me había cuestionado miles de veces: Feed Your Head!
Nunca falté, llegaba calladita, me sentaba enfrente de él y ponía todos mis sentidos atentos. El último día después de haber reído a carcajadas y llorado le regalé una manzana. No fui la única pero me acuerdo bien que me quedé horas platicando con él. Era verano y yo le pedí que diera otra clase el siguiente semestre para que yo pudiera ir a escucharlo. Tal fue mi sorpresa que un día, en pleno verano me llega un mail de querido profesor dándome la clave de su futura materia: Lenguaje Televisivo. Ese fue el comienzo de un gran amor.
Un amor fraternal si es que ello existe. Nos mandábamos interminables mails, nos regalábamos cosas, hablábamos por teléfono y platicábamos siempre después de clase. Un día me di cuenta que la clase era para mí y llego a tal mi fantasía que dejé la clase que iba justo después de la suya para poder platicar. Era increíble, a pesar de ser miles (jeje) de años más grande que yo podíamos platicar sin parar. Era una mezcla de amor platónico, paternal, fraternal, etc. Se volvió parte de mi vida, me marco y hoy por hoy sigo impregnada de alguna manera de él.
El destino hizo que nos separáramos. Un día nos dimos cuenta de que no era posible en esta tierra vivir una relación de cuento. Pero aquella probadita de cielo se me quedó tatuada en el corazón. Me dio tanto que, como les platiqué aquel día, este blog lleva este nombre. Pienso en lo que me dejó todos los días de mi vida.
Si tan sólo pudiéramos todos ser más creativos encontraríamos las respuestas a todo aquello que de pronto se nos complica. Pongámosnos el listón tan arriba que eso nos motive siempre a más.
NOTA – Para todos aquellos que leyeron esto y pensaron que tengo un crush con mi maestro no se agobien, yo misma lo pensé en algún momento pero no.