En los últimos días me he dado cuenta de que llevo más de un año cuestionándome cosas pero sin hacer realmente nada al respecto. Me enfurece eso, soy mi propio freno.
Todo me vino a la mente cuando me enteré de la “bonificación” que voy a recibir este año por haber dejado TODO (aclaro, TODO, T, O, D, O) por mi trabajo. Digamos que creo que voy a salir debiendo.
En fin, creo que tendré que buscarme a un buen asesor porque para colmo soy tan poco conocedora de estos temas que ni siquiera se bien hasta que punto pedir o exigir.
No tengo idea por qué me cuesta tanto trabajo decidir aún cuando sé perfectamente qué es lo que quiero y lo que no.
Por ahí me dijeron que hay que verlo como la lista de pendientes que diario hago en mi oficina. Si, primero nos da una flojera tremenda empezar, vamos por un té, vemos el periódico en línea, checamos mails personales y ya después de mucho ir y venir empezamos a tachar 1 a 1 los pendientes. Pues dicen que es más o menos así, que sólo es cuestión de empezar a tachar para que me arranque como cuete a hacer todo lo que lleva en la lista mucho tiempo ya.
Como sabrán en la lista está desde la Ibero, los estudios para cheff, viajes, departamento, compromisos, doctores, hijos, etc.
Y así me tenga que morder el cachete tengo que empezar a tachar.