Hoy hace un año escribí esto; hoy hace un año que mi abuelo murió…
89 años… parkinson…. Veía poco, oía poco, no podía caminar y últimamente no podía ni comer solo… ni respirar sin oxígeno… Parece que el se liberó del sufrimiento y esto consuela solo un momento…
Yo no quería que se fuera nunca! ¿Por qué tiene que ser así?
Algo dentro de mi se ha roto… los pedazos dentro de mí hablan de manera incongruente… veo imágenes… siento y pienso cosas diferentes en cada momento…
En algunos momentos soy “razonable” y pienso que se ha liberado del sufrimiento, que no era justo vivir así, que eso no era vida, que vivió una vida plena, etc. etc.
En otros momentos estoy muy enojada, tengo ganas de romper y de aventar cosas, me contengo y aparecen las lágrimas… ¿Por qué se van las personas que uno quiere? ¿Por qué me tengo que despedir de quién ha sido mi referencia en la vida? ¿Por qué tantas pérdidas? ¿Qué sentido tiene querer si acaba siempre en el dolor de la pérdida? Y pienso que soy muy egoísta… pero no me importa es lo que me pasa…
En otros momentos aparecen imágenes de mi vida con él, aparecen sus manos tibias que me dieron seguridad en la vida, aparece su sonrisa y su capacidad de disfrutar la vida… su sonrisa que enfrenta la vida con solidez y optimismo… siempre hablando del futuro como una posibilidad, con su confianza en mi y en el género humano… siempre vamos a mejor…
Lo recuerdo disfrutando… de una buena comida, de un buen libro, de un día de campo, de un orange crush en Chapultepec después de vernos andar en bicicleta en una mañana de domingo, de una comida familiar, de un buen programa de radio, del aire acondicionado del coche o su oficina, de un postre hecho por mi abuela o por nosotros, de horas trabajando de carpintero en la cochera, de un descubrimiento científico, de una novedad tecnológica… de los momentos de tomar fotos, de hacer sus sesiones de transparencias… de sus viajes… de las comidas en familia, de las bromas con sus hermanas, de una partida de dominó… me alegro tanto de recordar su sonrisa… su disfrute por la vida.
Recuerdo también su amor por mi abuela, su cuidado, su ternura… no había falta peor que hablarle mal a ella… recuerdo sus conversaciones interminables dándole ánimo… su sostén para que siguiera con su vida… su apoyo incondicional.
Aparecen imágenes de su pasión por sus convicciones y la contención de sus impulsos para respetar a otros… aparece el hombre apasionado por sus ideas y sus creencias y con un corazón grande y tibio que da un giro amando a los que amaba por encima de las ideas.
No era perfecto… era un hombre… a veces nos lastimó con su pasión por sus creencias… y lo recuerdo pidiéndome perdón y aceptándome en la diferencia. Lo vi sufrir preguntándose ¿que he hecho mal? ¿Qué dejé de hacer que mis hijos no hacen lo correcto?… lo vi también pasando por alto estas preguntas y disfrutando de la compañía.
También lo recuerdo orgulloso y sonriente, ancho como una lechuga al vernos crecer, disfrutando nuestros logros como si fueran suyos.
Es curioso… creo que cada uno de los que vivimos con él tuvimos una relación especial y diferente con él… mi abuela, cada uno de mis tíos, mis primos y yo, los agregados ahora hermanos, sus hermanos, nietos, bisnietos, sobrinos, compañeros de trabajo… cada uno de nosotros guarda algo especial de él dentro de si…
Veo como en una película la historia que compartimos el y yo… creo que fue una historia de pocas palabras, palabras que tuvieron un gran efecto sobre quién soy hoy… y de mucho cariño… que también tuvo grandes efectos en mi.
Recuerdo…
Sus caricias con sus manos tibias que hacían contraste con mis manos frías… me han hecho sentir segura.
Sus juegos y conversaciones animadas sobre matemáticas y ciencia que despertaron mi curiosidad…
Sus palabras “tú puedes”, que me dieron seguridad en mi capacidad de salir adelante.
Cuando decía… “no te preocupes yo te ayudaré”…. en situaciones en las que me sentí rebasada por la circunstancia… me enseñó a confiar.
Ante una pelea nos decía “donde uno no quiere, dos no pelean”… y me ayudó a ser responsable de mis actos.
Al mandarme al rincón hasta que me contentara me ayudó a vivir en paz y también limitó mi capacidad para hacerme cargo de la violencia.
Sus argumentos y sus preguntas sobre los míos, entre otras cosas, me dieron fortaleza.
Verlo leer me regaló una gran afición de mi vida.
Que puedo decir… fue un hombre, solo un hombre…. Y sin embargo creo que hoy traigo la calidez de sus manos en mi piel, su curiosidad en mis ojos y en mis oídos, su pasión en mi pecho que hierve, su fortaleza en mis huesos… y la visión positiva que me regaló… en mi corazón.
Su silencio en mi boca, a veces prudente… a veces distante y solitario….
Fuimos muy parecidos y muy distintos… el creía cosas que ahora yo no creo… y otras muchas en la que yo también creo…… creo que nos respetamos, nos admiramos y nos quisimos…
Realmente no se si esto es así o no, no sé… y no importa… es lo que siento hoy, lo que viene a mi mente y a mi corazón…
Estoy triste, muy triste porque ya se fue, porque no lo veré mas, porque no podré saludarlo y decirle hola abuelito!!, porque no podré pensar que regalarle y darle un momento feliz, porque no podré escuchar sus palabras “te mando muchos, muchos besos”, “¿cuándo vienes? Te quiero ver”, porque no podré sentir sus manos en las mías y sus besos en mi cara, porque no podré volver a acariciar su cuello, su pelo, su espalda, sus manos… porque ya no esta aquí….
Estoy frágil, algo pasa en mi cuerpo… se ha ido mi referencia de toda mi vida…. siento que parte de mi fortaleza se ha ido…
Estoy muy agradecida por todo lo que me dio, por su calor, su respeto, y su fortaleza. Por la vida que es mas rica que todas estas palabras.
Espero que el haya sentido mi cariño, mi admiración, mi respeto, mi agradecimiento…quiero honrar su vida, su esfuerzo, su humanidad… quiero mantenerlo conmigo…
Lo he querido mucho, pero mucho… lo he admirado y respetado…. Y agradezco a la vida la oportunidad de haberlo tenido como mi abuelo…
Y también recordar a los que se fueron hoy hace 22 años en está Ciudad (disque) de la Esperanza!